La consigna fue realizar un primer ensayo como laboratorio de arquitectura. Asumir la ciudad como materia de trabajo; recorrerla, registrarla, y finamente alterarla.
La alteración, efímera o permanente, dialogó con el espacio, confiriéndole a éste, cualidades ineludibles.
La entrega del ejercicio, a modo de happening, consistió en la materialización, la construcción de la alteración, su registro, y el análisis de las conclusiones de este ensayo, de modo de validar o refutar las hipotésis (preguntas) planteadas.